Si pudiera describir qué cosa extraño de mi país… el olor a café recién colado de mi madre cada mañana, el sol con una humedad que a veces nos juega de las suyas, una rápida escapada a la playa; los abrazos de mis tías, la panadería que tenía los cachitos más ricos y el inolvidable lugar para comer empanadas ¡Oh Gracielita cuánto te extraño!
En cualquier momento recorro en mi mente y vuelvo añorar todo esto que fui, acompañado con mi vínculo más cercano. En mi caso, mi madre, mi familia; mi mejor amiga y el pequeño grupo de amigos más cercanos que tengo, que cada uno se encuentra en distintas latitudes del mundo.
Desde que salí de Venezuela aprecié un poco más estas salidas de rutina que tenía. Cuando vi que ya era el final de mi estadía decidí recorrer y disfrutar con el poco tiempo que quedaba; como cada atardecer desde mi ventana hacia las montañas de la urbanización Las Chimeneas; aunque algunas veces era entorpecido por la falta de luz y agua, panorama que aún se mantiene. Intenté guardar una imagen en mi mente como muestra de ellos.
Tan sublime fue que aún te extraño a la distancia; pero prevalece el recordatorio de querer ser el mejor ciudadano del mundo donde sea que estemos ubicados. Tú, luchador que estás en tu país sigue remando contra la marea, al final habrá frutos… Y tú, extranjero en otra región busca sumergirte en la otra cultura y consigue establecerte y proponer tus metas; cada sacrificio tiene una recompensa.
Hay días en que te extraño más y otros donde abarcas la mayoría de mis pensamientos. Todo emigrante pasa por este souvenirs que puede llegar a ser una montaña rusa, si no aprendemos a controlar las subidas y bajadas.
Quiero decirte que te amo, seguiré nutriéndome de aprendizajes y realizando mis metas personales; con la esperanza de volverte a ver como alguna vez te conocí, mi Venezuela.
Añoranza: Sentimiento de pena por la lejanía, la ausencia*